El asteroide más popular para los habitantes de la tierra es, quizás, el B612 aquel inmortalizado en el cuento infantil “El Principito”, sin embargo, “Apofis” un asteroide de 325 metros de diámetro, descubierto en el año 2004 es, por ahora, el que despierta interés en astrónomos de todo el mundo, incluidos los venezolanos.
Y no es para menos, la trayectoria habitual de “Apofis” permite a los investigadores prever su paso por la Tierra nuevamente en los años 2029 y 2036, en el primer caso a una altura aproximada de 36.000 km, lo que significa que estaría a la misma altura de los satélites geoestacionarios, con las implicaciones que un evento de tal naturaleza podría tener.
Es por ello, que el profesor Orlando Naranjo, coordinador del Grupo de Astrofísica Teórica de la Universidad de Los Andes y Giuliat Navas, investigadora del Centro de Investigaciones de Astronomía –CIDA-, adscrito al Ministerio del Poder Popular para Ciencia, Tecnología e Innovación, al frente de un grupo de estudiantes, se han dedicado a observar al referido asteroide aprovechando su visibilidad desde el Observatorio Nacional de Llano del Hato por estos días.
Fueron específicamente, las noches de los días 21 y 22 de enero las que el grupo de astrónomos dedicaron a la observación de “Apofis”, “fueron unas de las primeras observaciones hechas en la vuelta del asteroide cerca de la tierra, hemos reportado la posición a la Unión Astronómica Internacional y seguiremos haciendo nuestro trabajo en este sentido porque permanecerá visible al menos un mes más”, informó Orlando Naranjo.
Se trata en consecuencia, del aporte de los venezolanos al trabajo de observación de “Apofis” que se hace en diversos puntos del planeta. En este caso Venezuela tienen una ventaja, según explicaron Naranjo y Navas: “Hay observatorios en todo el mundo, pero el nuestro está ubicado cerca del Ecuador y nos permite observar gran parte del Hemisferio Norte y gran parte del Hemisferio Sur, por lo general este tipo de objetos se mueven muy rápido en el cielo y en otros lugares no hay suficiente tiempo para observar. Entonces nosotros contribuimos en observar y dar las posiciones para que la información sobre la trayectoria sea más clara, si eso no fuera posible faltarían medidas para concluir con éxito las observaciones en la órbita”.
En esta ocasión el paso por la tierra fue a una distancia de 14,5 millones de km y la importancia de la observación radica, de acuerdo con Orlando Naranjo, en la necesidad de conocer con detalle las características, propiedades y comportamiento de este tipo de objetos en movimiento potencialmente peligrosos para la Tierra y lograr, de esta forma, la puesta en marcha de planes para mitigar los riesgos de un paso mucho más cercano e incluso la posibilidad remota de un choque con nuestro planeta en el año 2036.
“Nos interesa conocer cuáles son las causas que hacen que estos objetos estén acercándose más a la Tierra, creemos que se trata de Júpiter y sus fuerzas gravitacionales”, apuntó el investigador de la ULA, al tiempo que señaló que para los venezolanos el tema es importante, ya que las primeras observaciones en la órbita de “Apofis” hicieron pensar a los astrónomos en una posibilidad de colisión de 1 en 45.000 (muy baja probabilidad) en un territorio impreciso, pero que abarca una vasta franja entre Rusia y Venezuela, con consecuencias catastróficas para el planeta.
El CIDA conjuntamente con el Grupo de Astrofísica Teórica de la Universidad de Los Andes, continuará su trabajo de observación y búsqueda de objetos en movimientos en el cielo, una labor considerada pertinente, en el marco de actual política científica del país, porque a través del estudio de la astronomía se obtienen conocimientos que nos benefician luego en la Tierra. ”Es un laboratorio a distancia que se extrapola en beneficio de la comunidad, surgen nuevas tecnologías y nuevas herramientas, Venezuela da muestra de ellos incursionando en las ciencias espaciales, por ejemplo”, apuntó Naranjo.